Remesas: Nuestros migrantes necesitan apoyo real

Remesas: Nuestros migrantes necesitan apoyo real

Las remesas no son solo dinero. Son amor convertido en esperanza.

El 16 de junio marca el Día Internacional de las Remesas Familiares, una fecha que debería ser de reconocimiento y gratitud hacia los millones de mexicanos que, desde el extranjero, sostienen a sus familias con cada envío. Sin embargo, este año, más que celebración, es un llamado urgente a la realidad:

Las remesas están bajo amenaza.

El presidente Donald Trump ha propuesto un impuesto a las remesas enviadas por trabajadores en USA. De aprobarse, esta medida representaría un golpe directo a los hogares mexicanos que dependen de estos recursos para sobrevivir. México recibe más de 64,000 millones de dólares en remesas al año, lo que equivale al 5% del consumo nacional. Para muchas familias, este dinero no es un lujo, sino la diferencia entre comer o no, entre acceder a educación o quedar atrapados en la pobreza.

Pero el problema no es solo el impuesto.

La caída en el flujo de remesas ya es una realidad. En abril de 2025, México registró una disminución del 12.1% en los envíos, la peor caída en más de una década. Esto no es casualidad. Las políticas migratorias más agresivas en Estados Unidos, el endurecimiento de las condiciones laborales y la incertidumbre económica han puesto en riesgo el sustento de millones de mexicanos.

¿Dónde está la respuesta del gobierno mexicano? No basta con discursos patrióticos ni con declaraciones vacías. Nuestros migrantes necesitan apoyo real: asesoría legal, estrategias diplomáticas y medidas concretas para evitar que este impuesto se convierta en una sentencia de precariedad para miles de familias.

La falta de acciones estratégicas es irresponsabilidad.

No podemos permitir que el esfuerzo de nuestros paisanos se vea reducido por decisiones ajenas a nuestra gente, mientras el gobierno se limita a observar.

Las remesas han sido históricamente un motor económico silencioso pero poderoso. Han superado incluso la inversión extranjera directa en muchos países y han sido clave para reducir la pobreza. Si el gobierno mexicano no actúa con firmeza, no solo estará fallando a los migrantes, sino a toda la economía nacional.

No podemos seguir dependiendo de la generosidad de quienes han tenido que irse. Es momento de exigir políticas que protejan estos envíos, que reduzcan los costos de transacción y que garanticen que cada peso enviado llegue íntegro a quienes lo necesitan.

Las remesas no son solo dinero. Son amor, resistencia y lucha. Y hoy, más que nunca, necesitan ser defendidas.